Os proponemos una receta sencilla y barata, perfecta para todos los miembros de la casa, porque la base es una pechuga de pollo, una carne blanca magra que normalmente suele ser un poco insípida, pero que gracias a una salsa de pasas y frutos secos le vamos a aportar mucho sabor y jugosidad.
En esta ocasión la vamos a acompañar de una ración de arroz blanco para tener un plato que, acompañado de una buena ensalada será un menú completo para toda la familia.
Ponemos las pasas de Corinto en un bol y añadimos 100 ml de leche de almendras sin azúcar.
Cortamos el pollo en tiras finas, lo sazonamos con sal y pimienta y lo salteamos en una sartén a fuego alto con una cucharada de aceite de oliva virgen extra hasta que esté dorado pero sin tostarse. Lo reservamos junto con los jugos que haya podido soltar.
En la misma sartén en la que hemos salteado el pollo, ponemos a calentar dos cucharadas de aceite de oliva y sofreímos las chalotas bien picadas junto con los pimientos del piquillo asados y cortados en pequeños trozos.
Cuando la chalota, o la cebolla si es que hemos usado esta, esté tierna, añadiremos las pasas bien escurridas, la mantequilla de cacahuete, la leche de almendras restantes, incluida la que hemos usado para hidratar las pasas de Corinto, y los jugos que haya ido soltando el pollo.
Dejamos cocinar unos 15 minutos a fuego medio bajo hasta que la salsa espese a nuestro gusto y, si es necesario, rectificamos de sal y pimienta.
Finalmente, incorporamos las tiras de pollo que teníamos reservadas, lo justo para que cojan temperatura.
Servimos las pechugas de pollo con salsa de pasas y frutos secos bien calientes sobre una corona de arroz blanco, o bien las dejamos enfriar y las guardamos en un táper en la nevera si no las vamos a consumir en ese momento.
Estas pechugas de pollo con salsa de pasas y frutos secos también quedan ricas si se sirven sobre una ración de cuscús, un puré de patata o patatas hervidas. Si optáis por servirlo sin guarnición os recomiendo tener a mano una buena barra de pan para mojar la salsa.
Por otro lado, la receta es fantástica para llevar en el táper y comer en el trabajo, porque recalienta bien y no emite olores molestos que puedan incomodar al resto de compañeros.
Se trata de un plato idóneo para aquéllos que gustan de los toques dulces en platos salados, aunque también le va bien añadirle un toque un poco picante más allá del de la pimienta con cualquier mezcla de especias morunas.